Intimidación de CFK a los tribunales que juzgan a los militares
Ayer otra vez aparecieron la revancha y la venganza de los terroristas montoneros y erpianos contra la mayoría de la sociedad argentina.
Fue tal la caradurez de la Presidente al quejarse de que muchos jueces no apuran los juicios por violaciones que hasta amenazó con recurrir ante los organismos internacionales de derechos humanos para que se aceleren las causas en trámite en la Argentina.
La realidad es que el gobierno utiliza a los organismos de derechos humanos para presionar a los jueces, en muchos casos con testigos truchos que sirven para inventar causas que terminen en sentencias.
Es decir que, no sólo el gobierno y la Corte han violado principios elementales del derecho penal, como la irretroactividad y la cosa juzgada, sino que además pretenden condenar sin pruebas con testigos inventados.
En cambio, en los procesos penales por delitos comunes, este tipo de testigos sospechados de parcialidad no son tenidos en cuenta para sentenciar a alguien.
En otros casos de supuestas violaciones de los derechos humanos, están los detenidos-aparecidos, es decir, los colaboracionistas de los militares.
Éstos, para salvar su conciencia por no tomar la pastilla de cianuro en su momento, son utilizados por el kirchnerismo para inventar procesos y perjudicar a jueces que no se someten, a los medios de comunicación que no le hacen la claque y a todos los políticos de la oposición.
Además, se ha recreado la figura de la víctima como ciudadano de privilegio con grandes beneficios económicos por encima de los demás mortales.
Y también se falsifica la historia al elevar a la categoría de héroes a los terroristas asesinos y sus familiares y también a delatores que cuando fueron capturados tenían que pegarles para que no hablaran y marcaran a sus compañeros.
Asimismo, fueron destruidas las Fuerzas Armadas y de Seguridad, dejando al país en un estado de indefinición total ante hipótesis de conflicto, como ante los narcotraficantes y delincuentes comunes, lo que genera a su vez la desconfianza generalizada de la población ante los políticos y fuerzas de seguridad.
En conclusión, el 24 de marzo del 76 y el de ayer fueron una tragedia para todos los argentinos.
Guillermo Cherashny
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