DESEMPLEO, POBREZA, HAMBRE: FLAGELOS QUE DETERMINAN LAS CONDICIONES DE VIDA DE UN SECTOR SOCIAL
Mucho se habla de que Argentina hoy en día es un país distinto, un país en vías de desarrollo, un país progresista, con un gobierno que responde cada vez más a las necesidades del pueblo...
Claro, mucho se dice desde el oficialismo pero la realidad que nos abraza es otra: mayor delincuencia, mayor inseguridad, una inflación que no tiene techo, menos trabajo y más planes subyugantes que depauperan a la población encausándola cada vez más a la ignorancia, más niños y jóvenes desamparados que caen en el consumo de drogas y tantas otras cuestiones que se mantienen bajo la alfombra.
Una de ellas es la desnutrición.
Ante esto me pregunto
¿Cómo es posible que en Argentina, un país tan rico en tierras y producción, posea un importante número de personas en su población que padezcan desnutrición, sea cual fuese el grado, o estén con bajo peso?
En un tiempo fue Tucumán, recientemente Misiones.
Lo lamentable de esto es que "porque los medios de comunicación no los dan a conocer o pasan como tema de la actualidad" se ignora el hecho de que hasta el día de hoy se mantenga esta situación en importante número.
Y, peor aún, saber que esto es consecuencia de la malnutrición ocasionada por la inestabilidad económica y la falta de empleo.
Y que de toda la Argentina el NOA sigue siendo desde hace décadas el más afectado.
Pero mi intención aquí no es un análisis estadístico o pormenorizado de esta realidad, sino, una reflexión, como ciudadana más, no tanto de Argentina en general más aún si de mi Tucumán en particular.
Reflexión que será extendida desde el punto de vista de la cotidianeidad. Pues, en Tucumán, existen numerosos barrios sometidos a condiciones precarias, con sectores en zonas de extrema indigencia y familias arrojadas a la suerte del día.
Es increíble como cada hogar encierra una historia profunda e irónicamente común a otras abandonadas al desasosiego.
Aunque pocas son aquellas que deciden armarse de coraje y valor para dar batalla en la lucha de la vida.
Como católica activa que trata de estar en constante actividad con mi comunidad capilla y barrial debo decir que no soy tan ajena a las necesidades que sufren las familias de mi zona.
Cierto es que hay hogares de bien (económicamente hablando), se hacen sentir aquellos que no lo son.
Mucho de ésto se puede comprobar si uno camina y recorre las calles, y cuanto más si se conversa con las personas de cada hogar.
He descubierto que dentro de toda la humildad y pobreza de la que tales familias son víctimas, ellas sienten una profunda necesidad de simplemente ser escuchadas y contenidas.
¿Cómo puede ser que padres e hijos vivan en "seudocasas", por así decir, que tienen paredes de material de piletas, puertas de chapa, piso de tierra, una o dos piezas cuanto mucho y baños improvisados?
He aquí que citaré cierto fragmento del "consejo de Pastoral para la Salud del Consejo Episcopal Latinoamericano", en los siguientes ítems:
Dichas condiciones de vida no permiten una alimentación adecuada, debido al poco o nulo poder adquisitivo de los ingresos.
La falta de higiene y condiciones básicas de salubridad por el hacinamiento o villas miserias se deben a la imposibilidad de adquirir vivienda.
propagación de enfermedades infecciosas debido a la inexistencia de servicios de agua potable y alcantarillado.
Enfermedades degenerativas, consecuencia de la violencia y de la polución ambiental de las grandes ciudades.
¿Qué hace el Estado por esta gente que vive en completo estado de indigencia en las condiciones más paupérrimas?
Hay terrenos en los que podremos encontrar como mínimo tres familias conviviendo absolutamente hacinadas.
Entonces saldrán a decir que el número de pobreza e indigencia ha disminuido considerablemente según datos estadísticos del INDEC todo gracias a programas de ayuda social que se vienen incorporando desde hace unos cuantos años tales como: "Operativo rescate, La copa de leche, Inclusión social, Familia por la inclusión social, Manos a la obra, Asignación universal por hijo, y tantos otros etcétera".
Pero lo cierto de esto es que son soluciones temporales y lo que verdaderamente necesita este sector tan afectado es nada más y nada menos que "trabajo" como solución de base que comience por erradicar esta situación endémica en la que nos encontramos.
Es así que se disfraza el desempleo con planes sociales
Mencionada franja de la población con tal precariedad económica se torna vulnerable a los diferentes factores del medio social, biológico y ecológico que terminan por agredirla de sobremanera; y se podrá comprobar que en cada hogar viven niños con desnutrición o de bajo peso o algún miembro del grupo que sufra alguna patología considerable para la situación en la que se encuentran.
Son típicas las enfermedades respiratorias en niños que no son producto de la dejadez o descuido de los padres sino porque muchas veces falta el abrigo y el calzado en los días de frío; otra es la diabetes o aquellos que son celíacos y que precisan de una dieta rigurosa no tan accesible.
¿Será que una gestión sustentable y la creación de fuentes de trabajo auténticas puedan dar una solución a estos problemas?
Considero que se debe dejar de lado la "política del bolsón" para dar respuestas a esta situación.
Lo lamentable de esto es que aquellos que viven en estado de indigencia hacen de ello común y cotidiano resignados a la realidad que les tocó, sin un estímulo y acompañamiento que los anime a salir adelante (más allá de toda ayuda que reciban).
Si no hay trabajo es poco posible que los chicos puedan estudiar, así nos encontraremos con una población analfabeta que no produce.
No estaría mal que de vez en cuando se analice con mayor detenimiento los artículos 14 y 14bis de nuestra CN sobre los derechos del ciudadano.
Basta de políticas que solo favorecen a los intereses de la partidocracia.
Si queremos una población sana hay que empezar por atender al enfermo.
Luz Gabriela Garnica
Centro Ayohuma
(Tucumán)
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