LA PRIMERA JUNTA Y SUS LINEAMIENTOS
Testigo presencial de la histórica jornada del 25 de mayo de 1810,
en su autobiografía Domingo Matheu transcribe el acta de aquel día, la cual
señalaba la conformación de la Primera Junta de Gobierno, con nombres y cargos,
y las disposiciones que los nuevos funcionarios habrían de promover y hacer
cumplir de allí en adelante.
En su tramo más importante, decía así:
“En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad puerto de Santa María de Buenos Aires a 25 de Mayo de 1810:
sin haberse separado de la sala capitular los señores del excelentísimo Cabildo se colocaron a la hora señalada bajo de dosel, con sitial por delante y en él la imagen del crucifijo y los Santos Evangelios, y comparecieron los señores presidente y vocales de la nueva Junta provisoria gubernativa,
don Cornelio de Saavedra, doctor don Juan José Castelli, licenciado don Manuel Belgrano, don Miguel Azcuénaga, doctor don Manuel Alberti, don Domingo Matheu y don Juan Larrea; y los señores secretarios doctor don Juan José Paso y doctor don Mariano Moreno, quienes ocuparon los respectivos lugares que les estaban preparados, colocándose en los demás los prelados, jefes, comandantes y personas de distinción que concurrieron”.
Del nuevo presidente de la Junta, Cornelio Saavedra, Matheu dice que “hincado de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios prestó juramento de desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro amado soberano el señor don Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reino”.
Otro de los miembros del primer gobierno criollo, Miguel Azcuénaga, “admitía el cargo de vocal de la Junta para que por el excelentísimo Cabildo y por una parte del pueblo había sido nombrado en este día, atento al interés de su buen orden y tranquilidad”, seguía diciendo Domingo Matheu.
El acta del 25 de mayo de 1810 llevaba las rúbricas de Juan José Lezica, Martín Gregorio Yaniz, Manuel Mansilla, Manuel José de Ocampo, Juan de Llano, Jaime Nadal y Guarda, Andrés Domínguez, Tomás Manuel de Anchorena, Santiago Gutiérrez, Doctor Julián de Leyva, Cornelio de Saavedra, Doctor Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Doctor Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan de Larrea, Doctor Juan José Paso, Doctor Mariano Moreno, y el escribano público y del Cabildo, licenciado doctor Justo José Núñez.
Gran observador de esta nueva experiencia política en el Plata, Matheu intenta explicar qué lineamientos internos se daban entre los integrantes de la Primera Junta.
A Saavedra y Azcuénaga los ve con “reserva reflexiva de las ideas e instituciones en que se habían creado para marchar con pulso en la transformación de la autognosia (autoconocimiento) popular”.
De Belgrano, Castelli y Paso, refiere que son monarquistas, “pero (que) querían otro gobierno que el español”. Juan de Larrea era un mero comerciante, o sea, que pensaba como tal, y Alberti, Matheu (él mismo) y Moreno eran “demócratas”.
Sigue reflexionando Matheu:
“Los de labor incesante y práctica eran Castelli y Matheu, aquél impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua, Alberti el consejo sereno y abnegado, y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de aquí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él [Moreno]”.
Mariano Moreno había sido propuesto por Manuel Belgrano para que ocupara el cargo de secretario de la Primera Junta; aquél era redactor de la Gazeta de Buenos Ayres y abogado de los intereses comerciales ingleses en el Río de la Plata.
La redacción del “Plan Revolucionario de Operaciones”, que fuera hecha por Moreno, también contenía algunas propuestas volcadas en su momento por el creador de la bandera nacional.
Juan José Castelli, Manuel Belgrano y Mariano Moreno, fueron los más entusiastas seguidores del jacobinismo dentro del primer gobierno criollo, aunque en principio todos los miembros de la Junta unieron voluntades para adoptarlo y sugerirlo como la línea ideológica a seguir, inclusive el mismo Cornelio Saavedra.
El jacobinismo dejaba en claro que no era lícito andar criticando las decisiones del gobierno, porque ellas han surgido de los representantes del pueblo que son los legisladores naturales de la república naciente.
En ese sentido, reivindicaban una máxima de Robespierre, mentor de los Jacobinos en la Francia de fines del siglo XVIII:
“Para el legislador, todo lo que es útil al mundo y bueno en la práctica, es la verdad”. Y la “verdad”, jamás puede ser mancillada o despreciada.
La Gazeta de Buenos Ayres, convertida ya en el periódico oficial de la Primera Junta de Gobierno, publicaba el 15 de octubre de 1810 que todo acto contra la revolución será “castigado con rigor” por oponerse a la felicidad del pueblo.
En la misma edición se lee:
“¡Que no exista entre nosotros un solo hombre que mire con pesadumbre nuestra dicha, y que si la riqueza del país no hace agradecidos a los que más disfrutan de ella, el poder del gobierno haga temblar a los que se atrevan a declararse sus enemigos!”.
Y el día 8 de noviembre, la Gazeta anunciaba lo siguiente:
“Que un castigo ejemplar sea el consiguiente necesario de cualquier atentado contra la patria; que el rigor contenga a los que la moderación hace insolentes”.
Veremos más adelante que, no obstante la teoría, a finales de 1810 Saavedra abandonará la línea jacobina, dando inicio a un enfrentamiento abierto contra Mariano Moreno y su séquito.
Decíamos con anterioridad que las nuevas autoridades de Buenos Aires habían jurado “defender” los territorios de Fernando VII de España, monarca cautivo de los franceses por las tropas de Napoleón Bonaparte.
Pues bien, esto no era más que una táctica para esconder un deseo independentista, más que la sujeción a viejas formas de dominación.
Así se expresaba don Joaquín de Soria, reemplazante del Virrey Javier Francisco de Elío en la Gobernación de Montevideo, en carta del 8 de junio de 1810 al marqués de Casa Irujo:
“Yo creo firmemente, según los conocimientos que me asisten de que la citada nueva autoridad [de Buenos Aires], formada bajo el velo de la mejor defensa de los derechos de nuestro desgraciado Monarca el señor Dn. Fernando 7.° y que la conservación de estos Dominios, no tiene otras miras que las de un plan de independencia que hace tiempo tiene proyectado la iniquidad de los perversos”.
Autor: Gabriel O. Turone
Bibliografía
Biblioteca de Mayo, Tomo III, “Autobiografías”, Senado de la Nación, Buenos Aires, 1960.
Crónica Histórica Argentina N°10, “Saavedra y Moreno”, Editorial Codex S.A., Buenos Aires 1968.
Mayo Documental, Tomo XI, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, Noviembre de 1965.
www.revisionistas.com.ar
Se permite la reproducción citando la fuente:
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En su tramo más importante, decía así:
“En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad puerto de Santa María de Buenos Aires a 25 de Mayo de 1810:
sin haberse separado de la sala capitular los señores del excelentísimo Cabildo se colocaron a la hora señalada bajo de dosel, con sitial por delante y en él la imagen del crucifijo y los Santos Evangelios, y comparecieron los señores presidente y vocales de la nueva Junta provisoria gubernativa,
don Cornelio de Saavedra, doctor don Juan José Castelli, licenciado don Manuel Belgrano, don Miguel Azcuénaga, doctor don Manuel Alberti, don Domingo Matheu y don Juan Larrea; y los señores secretarios doctor don Juan José Paso y doctor don Mariano Moreno, quienes ocuparon los respectivos lugares que les estaban preparados, colocándose en los demás los prelados, jefes, comandantes y personas de distinción que concurrieron”.
Del nuevo presidente de la Junta, Cornelio Saavedra, Matheu dice que “hincado de rodillas y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios prestó juramento de desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América a nuestro amado soberano el señor don Fernando VII y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reino”.
Otro de los miembros del primer gobierno criollo, Miguel Azcuénaga, “admitía el cargo de vocal de la Junta para que por el excelentísimo Cabildo y por una parte del pueblo había sido nombrado en este día, atento al interés de su buen orden y tranquilidad”, seguía diciendo Domingo Matheu.
El acta del 25 de mayo de 1810 llevaba las rúbricas de Juan José Lezica, Martín Gregorio Yaniz, Manuel Mansilla, Manuel José de Ocampo, Juan de Llano, Jaime Nadal y Guarda, Andrés Domínguez, Tomás Manuel de Anchorena, Santiago Gutiérrez, Doctor Julián de Leyva, Cornelio de Saavedra, Doctor Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Doctor Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan de Larrea, Doctor Juan José Paso, Doctor Mariano Moreno, y el escribano público y del Cabildo, licenciado doctor Justo José Núñez.
Gran observador de esta nueva experiencia política en el Plata, Matheu intenta explicar qué lineamientos internos se daban entre los integrantes de la Primera Junta.
A Saavedra y Azcuénaga los ve con “reserva reflexiva de las ideas e instituciones en que se habían creado para marchar con pulso en la transformación de la autognosia (autoconocimiento) popular”.
De Belgrano, Castelli y Paso, refiere que son monarquistas, “pero (que) querían otro gobierno que el español”. Juan de Larrea era un mero comerciante, o sea, que pensaba como tal, y Alberti, Matheu (él mismo) y Moreno eran “demócratas”.
Sigue reflexionando Matheu:
“Los de labor incesante y práctica eran Castelli y Matheu, aquél impulsando y marchando a todas partes y el último preparando y acopiando a toda costa vituallas y elementos bélicos para las empresas por tierra y agua, Alberti el consejo sereno y abnegado, y Moreno el verbo irritante de la escuela, sin contemplación a cosas viejas ni consideración a máscaras de hierro; de aquí arranca la antipatía originaria en la marcha de la Junta entre Saavedra y él [Moreno]”.
Mariano Moreno había sido propuesto por Manuel Belgrano para que ocupara el cargo de secretario de la Primera Junta; aquél era redactor de la Gazeta de Buenos Ayres y abogado de los intereses comerciales ingleses en el Río de la Plata.
La redacción del “Plan Revolucionario de Operaciones”, que fuera hecha por Moreno, también contenía algunas propuestas volcadas en su momento por el creador de la bandera nacional.
Juan José Castelli, Manuel Belgrano y Mariano Moreno, fueron los más entusiastas seguidores del jacobinismo dentro del primer gobierno criollo, aunque en principio todos los miembros de la Junta unieron voluntades para adoptarlo y sugerirlo como la línea ideológica a seguir, inclusive el mismo Cornelio Saavedra.
El jacobinismo dejaba en claro que no era lícito andar criticando las decisiones del gobierno, porque ellas han surgido de los representantes del pueblo que son los legisladores naturales de la república naciente.
En ese sentido, reivindicaban una máxima de Robespierre, mentor de los Jacobinos en la Francia de fines del siglo XVIII:
“Para el legislador, todo lo que es útil al mundo y bueno en la práctica, es la verdad”. Y la “verdad”, jamás puede ser mancillada o despreciada.
La Gazeta de Buenos Ayres, convertida ya en el periódico oficial de la Primera Junta de Gobierno, publicaba el 15 de octubre de 1810 que todo acto contra la revolución será “castigado con rigor” por oponerse a la felicidad del pueblo.
En la misma edición se lee:
“¡Que no exista entre nosotros un solo hombre que mire con pesadumbre nuestra dicha, y que si la riqueza del país no hace agradecidos a los que más disfrutan de ella, el poder del gobierno haga temblar a los que se atrevan a declararse sus enemigos!”.
Y el día 8 de noviembre, la Gazeta anunciaba lo siguiente:
“Que un castigo ejemplar sea el consiguiente necesario de cualquier atentado contra la patria; que el rigor contenga a los que la moderación hace insolentes”.
Veremos más adelante que, no obstante la teoría, a finales de 1810 Saavedra abandonará la línea jacobina, dando inicio a un enfrentamiento abierto contra Mariano Moreno y su séquito.
Decíamos con anterioridad que las nuevas autoridades de Buenos Aires habían jurado “defender” los territorios de Fernando VII de España, monarca cautivo de los franceses por las tropas de Napoleón Bonaparte.
Pues bien, esto no era más que una táctica para esconder un deseo independentista, más que la sujeción a viejas formas de dominación.
Así se expresaba don Joaquín de Soria, reemplazante del Virrey Javier Francisco de Elío en la Gobernación de Montevideo, en carta del 8 de junio de 1810 al marqués de Casa Irujo:
“Yo creo firmemente, según los conocimientos que me asisten de que la citada nueva autoridad [de Buenos Aires], formada bajo el velo de la mejor defensa de los derechos de nuestro desgraciado Monarca el señor Dn. Fernando 7.° y que la conservación de estos Dominios, no tiene otras miras que las de un plan de independencia que hace tiempo tiene proyectado la iniquidad de los perversos”.
Autor: Gabriel O. Turone
Bibliografía
Biblioteca de Mayo, Tomo III, “Autobiografías”, Senado de la Nación, Buenos Aires, 1960.
Crónica Histórica Argentina N°10, “Saavedra y Moreno”, Editorial Codex S.A., Buenos Aires 1968.
Mayo Documental, Tomo XI, Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Buenos Aires, Noviembre de 1965.
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