(Libro “Ejército y sociedad”, Tte. Gral. Manuel Diez-Alegría)
En el año 1972, el Teniente General Manuel Diez-Alegría, Jefe del Estado Mayor del Ejercito de España, escribió el libro “Ejercito y Sociedad” del que se transcriben algunos párrafos para contribuir al tema del destino de las Fuerzas Armadas con una opinión de un militar que da “testimonio de esa armónica combinación de competencia profesional y vocación intelectual”.
Se han seleccionado solo algunos párrafos que esclarecen la cuestión de las “fuerzas armadas”.
“La fuerza de las armas no es fuerza bruta, sino fuerza espiritual.
Ésta es la verdad palmaria, aunque los intereses de uno u otro propagandista les impidan reconocerlo.
La fuerza de las armas, ciertamente no es fuerza de razón, pero la razón no circunscribe la espiritualidad”.
“Y es que el Ejercito, por la mera razón de su existencia, constituye un problema jurídico-político, sociológico, económico y gasta filosófico de primera magnitud”...
“Por ello, y con estos antecedentes, me siento justificado para ocuparme del papel del Ejercito en la Sociedad”.
“Si todos los ejércitos tienen muchos puntos comunes, es tambien cierto que cada uno presenta sus características particulares.”
“De este examen somero y a grandes rasgos de las realidades bélicas del momento actual, resulta siempre como necesaria la existencia de unas fuerzas especialmente preparadas, de un Ejército que pueda enfrentarse en cualquier momento, con una firme actitud defensiva o de disuasión, a las realidades bélicas que en cada momento pidieran llegar a presentarse”.
“Existen, ante todo, una serie de cuestiones de principio:
una nación independiente no puede prescindir del ejercito, puesto que el ejército es un atributo de la independencia.
Para la misma nación, el ejercito viene a ser la prueba de la autenticidad del Estado y por una exigencia de prestigio es preciso reemplazar por soldados nacionales a los antiguos de la potencia colonizadora, constituyendo un ejército que sea lo más brillante y moderno posible.
Pero hay, además, razones más realistas: desde siempre se ha considerado al ejercito como el mejor crisol de la nacionalidad, en el que se funden los distintos elementos que pueden venir a integrar el nuevo Estado”.
“Todos los ejércitos se parecen, tanto en instrucción como en doctrina profesional y en organización.
Una vez que entran en la organización militar, el hijo del menestral y el del aristócrata presentan una chocante semejanza de actitudes, circunstancia que no se da en las otras organizaciones humanas, a excepción de las Órdenes Religiosas”
“Para fijar de una manera clara la misión que corresponde a un ejército hoy, debemos considerar que el mismo debe cumplir una serie de deberes que le relacionan con la comunidad actual y las obligaciones del pasado.
Su primer deber, indudablemente, es el de constituir el medio coactivo del Estado, la fuerza organizada a disposición de la comunidad.
Esta se manifestara hacia el exterior, enfrentando posibles invasiones o perturbaciones exógenas; hacia el interior, para oponerse a la subversión o a la violencia y asegurar el cumplimiento de las leyes”.”
Pero, sin descuidar esta misión primordial, y en muchos casos como continuación de la misma, le corresponderá también un deber histórico de guardián de las tradiciones y valores nacionales que deben permanecer en el momento de crisis histórica que nos ha dado vivir.
Asimismo, le corresponde un deber moral de exaltación de las mejores virtudes nacionales, de ejemplaridad en cuanto a la renuncia a provechos materiales y de entrega al servicio de la Nación”.
“Como parte del Estado que es, siempre existirá un marco originalmente político dentro del cual debe actuar para el cumplimiento de sus funciones.”
“Es necesario reconocer que los avances tecnológicos más espectaculares en el sector publico han sido hechos para la defensa, puesto que en su mayor parte los referentes a la energía atómica, sistemas de armas, tecnología del espacio y aun la aviación de transporte, exigen procesos demasiado extensos o demasiado caro para ser explotados por individuos o corporaciones privadas”.
El libro contiene en su página 58 al tratar el tema de “la influencia mutua que se desarrolla entre defensa y fomento nacionales” se incluye como ejemplo lo siguiente:
“Inmejorablemente resalta Orsolini ese papel en el Ejército Argentino en la segunda mitad del siglo pasado: formó conductores, técnicos, estadistas, historiadores, prosistas, gobernantes de lejanos territorios, caudillos.
Fundó colonias y escuelas, trazó caminos y líneas telegráficas, construyó puentes y cuarteles, albergó misiones científicas, se ocupó de la cartografía, fijó mojones fronterizos, guerreó, pobló, civilizó, plantó arboles, sembró y cosechó, extinguió el poder del indio, enseñó a leer y a conocer el pabellón y la historia patria”.
Es interesante lo que nos señala el Teniente General Diez-Alegría, como una muestra que el tema defensa, fuerzas armadas y evolución y empleo está claramente estudiado y analizado con una respuesta contundente que es la que la lógica racional impone sobre la vigencia absoluta de las fuerzas armadas como parte natural de un Estado independiente y que base de la soberanía de la Nación.
Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila